jueves, 17 de febrero de 2011

XXVII Media Maratón de Fuencarral-El Pardo


El momento de la salida.

Hace casi cuatro meses que no participaba en ninguna carrera popular y más de dos que estoy sumergido en la disciplina y el sufrimiento de un plan de entrenamiento para preparar el maratón de Madrid. No sé explicar muy bien lo que me está resultando más duro, si los kilómetros semanales y las cuestas y series que te dejan el cuerpo dolorido o la férrea disciplina que supone seguir un plan como este. De lo único que estoy seguro es de que la cosa funciona. En los años que llevo corriendo de manera caótica y desordenada no había mejorado tanto como en estos dos meses.
Hace dos semanas, en uno de los entrenamientos que debía hacer a ritmo de competición, conseguí batir mi marca personal de 10.000 en casi un minuto, y eso que el entrenamiento era de 14k. Pero tengo que admitir que bajar de 1h30' en la media maratón me daba bastante más miedo que un 10k.
Conseguí hacer coincidir una de las salidas marcadas como "competición en media maratón" con la XXVII Media Maratón de Fuencarral - El Pardo, de la que había oído hablar pero nunca me dio por apuntarme.
El día de la carrera amaneció gris y frío y para colmo no había podido casi dormir la noche anterior. Tenía algunas molestias estomacales pero no les di mucha importancia. Una vez en el polideportivo me di cuenta de que aquella no era una carrera para aficionados, la gente parecía tener buen nivel y eso me asustó aún más. El perfil de la prueba tenía algunas subidas realmente duras como comprobaría minutos más tarde y puede que no sea la mejor carrera para hacer tiempo pero en mi cabeza estaba esa hora y treinta minutos como tiempo máximo y a cabezón no me gana nadie. Así que mi concentración era máxima y tenía claro que al menos iba a hacer todo lo que pudiese para conseguirlo.
La salida fue puntual y tras atravesar algunos tramos con calles estrechas en las que la aglomeración de la gente no te deja coger el ritmo adecuado y vas corriendo con acelerones y frenadas la carrera se normalizó y se formaron pequeños grupos que coincidían en el ritmo.
Fue mi primera experiencia de ese tipo. Nos juntamos un grupo de unos ocho corredores que de una manera casi automática nos íbamos dando relevos mientras pasaban los kilómetros.
Los dos primeros salieron un poco lentos debido a las aglomeraciones (4'20'') pero a partir de ahí y a lo favorable del perfil en esta parte de la carrera fueron cayendo poco a poco a ritmos más rápidos (3'50'').
Pero todo no podía ser color de rosa así que al paso por el kilómetro ocho empecé a sufrir lo que yo llamo "cagalera de carrera", o lo que es lo mismo, unos retortijones lo suficientemente fuertes como para hacerme plantear dejar de correr e irme a mi casa. Pero por otro lado pensaba que estaba llevando un ritmo genial, que me había enganchado a un grupo que lo llevaba constante y que no me apetecía tirar por tierra todo lo que había trabajado hasta entonces. Así que decidí seguir hasta que el cuerpo dijera basta. Yo no soy Rafa Iglesias y no estoy dispuesto a "cagarme" encima por una marca y miraba constantemente los prados del El Pardo que se abrían ante mi y pensaba cuál sería el mejor sitio para "obrar" sin llamar mucho la atención. Poco a poco llegó el kilómetro diez y mi sorpresa es que con todo eso pasaba en 40'40'', ¡a ritmo de 4'04''!. No me podía parar ahora y eso que al pasar al lado de una gasolinera lo tenía como se dice "a huevo". Mientras el cuerpo aguante... que aguante.
Llegamos al kilómetro 12 y al girar una tapia no pude sino exclamar (literalmente) ¡joder!. Menudo cuestón, unos tres kilómetros y medio colina arriba y yo cagándome. Ahí fue donde el grupo empezó a separarse. Yo intenté seguir el ritmo pero casi llegando arriba tuve que caminar un rato porque las piernas no me daban para más. Suerte que fue arriba porque la caminata duró poco más de 30'' y a partir de ahí pude recomponerme en otro descenso.
Ya no sabía ni qué ritmo llevaba ni si iba demasiado lento o rápido, sólo pensaba en llegar.
Pero el paso por el 18 me dio esperanzas, 1h17', si me mantenía así lo podía conseguir. Pero de nuevo, otro mazazo, los tres últimos kilómetros eran cuesta arriba. En ese momento ya no miré ni tiempos ni nada, iba al ritmo que mis piernas y mi corazón me permitían ir y además concentrado en apretar el culo por si acaso. Ya me daba igual la marca y me daba igual todo, sólo quería llegar. Recuerdo con especial dureza el último repecho antes de la llegada al estadio.
Una vez dentro había que dar casi un vuelta a la pista y en ese momento miré el reloj del arco de llegada, marcaba 1h30' exactos pero yo había salido con un poco de retraso con respecto al pistoletazo así que podía ser. Crucé la meta y paré el reloj... 1h29'47'', ¡¡¡toma ya!!!. No me lo podía creer, en esas condiciones y con el perfil tan duro había conseguido mi mejor marca sobre una media maratón homologada. Casi no me tenía en pie, las piernas me temblaban pero me recompuse rápido.
Lo siguiente, como siempre la celebración al llegar a casa y por supuesto la visita al baño continua durante todo el día puesto que lo que parecía una simple cagalera era más bien una gripe instestinal que me ha acompañado con fiebre y dolores durante más de tres días.
En definitiva una buena experiencia y además un aliciente para seguir con el plan que como se puede ver va dando sus frutos.



Un par de momentos de la llegada a casa.