lunes, 23 de septiembre de 2013

"El maratón más duro del mundo"

Así es como anuncia el club Tierra Trágame el maratón alpino madrileño. Una carrera que está considerada como una de las 50 mejores del mundo y la segunda mejor de España tras Zegama. Y algo de razón deben de llevar porque las inscripciones se agotaron en 20 minutos y en una hora estaban cerradas y confirmadas. Tuve suerte ese día.
Así que debemos de ser muchos locos los que queremos enfrentarnos cara a cara con la dureza de la sierra madrileña. Por dar algunos datos más, los más de 42km. del recorrido tienen un desnivel acumulado de 5.300m. Yo reconozco que, como total ignorante de todos estos temas, veía ese dato como un número más pues soy un total desconocedor de la montaña y no tengo referencias en las que basarme. Pero cuando oyes los comentarios de gente experta que te dice que estás loco, que cómo se te ocurre apuntarte a esta prueba, empiezas a hacerte una vaga idea de lo que te espera.

Altimetría del Garmin tras la carrera

Pero yo tenía esa espinita clavada desde hacía más de dos años. Siempre me llamó la atención esta carrera y tenía que elegir entre Mapoma o Mam. El año pasado me lo plantee en serio tras correr la Madrid-Segovia y ha sido mi principal objetivo desde entonces. No he tenido otra cosa en la cabeza durante todos los entrenamientos durante estos meses. También tengo que decir en mi contra que en ningún momento me he acercado a la sierra para correr por allí y acostumbrarme al terreno. Yo soy así, llamadme inconsciente, llamadme tonto, pero corro por impulsos y ni he tenido tiempo ni ganas de coger el coche para entrenar.

Para más inri me lesiono justo el día de la inscripción y dos semanas antes de la carrera. Mi cerebro estaba echando humo pensando si me recuperaría a tiempo, si perdería todo lo ganado durante meses de  mucho, mucho... mucho esfuerzo. Y lo enfatizo porque es así. No sé correr tranquilo, mis entrenamientos suelen convertirse en competiciones contra mi mismo. Siempre acabo con el estómago en la boca. Eso me ha hecho mejorar en velocidad y me ha dado ese punto extra que se agradece en una competición real. Raro era el día que no acababa mi tirada larga por debajo de 4'30'' o 4'20''. Pero, ¿realmente me serviría eso en la montaña?.

El día anterior a la carrera me acerqué para recoger el dorsal y el chip con Hugo y Eli. Más que nada me interesaba la charla técnica recomendada para todos los novatos y en la que hablarían sobre el terreno y especificarían cual era el material obligatorio. Lo mejor fue un vídeo de todo el recorrido a cámara rápida que duraba 15 minutos y que ya se me hacía largo. Salí de allí con una extraña sensación de miedo y de que me había metido en un berenjenal del que no sabía cómo iba a salir.

 Momento de la charla técnica

Escuchando atento a la organización


Hugo practicando la escalada

Con miles de dudas me presentaba en Cercedilla el día 16 a las 7:00am., con mis casi recién estrenadas Salomon (otro gran error me dirían muchos) y con la única intención de acabar dentro de las 9 horas que te da la organización. Sin ninguna expectativa, sin ningún tiempo de referencia, sólo acabar.
Todo listo, todo en orden, mariposas en el estómago y el olor a reflex inunda la calle. Me pongo al final del grupo de salida y empieza la cuenta atrás, 5, 4, 3, 2, 1... ¡A por ello!.

 Paso lento pero seguro

Salgo lentito y tranquilo, no tengo prisa. A los pocos metros se forma un tapón porque los senderos son estrechos y no permiten ir más que en fila india. Esta situación se alargará casi hasta llegar al puerto de Navacerrada (km.7) y teniendo en cuenta cómo soy tengo que reconocer que había momentos en los que resultaba un poco exasperante pero quizá me ayudó a guardar fuerzas así que no me puedo quejar. Además podías ir disfrutando del paisaje que es increíble. Pasamos varios riachuelos en los que intento no meter los pies, es demasiado pronto para mojarme, pero resbalo en una piedra y ¡zas!, directo al agua hasta la rodilla. No queda otra que esperar que poco a poco se vayan secando y rezar para que no se formen ampollas.

Al llegar Navacerrada se puede ver la subida paralela al telesilla. Puf, larga y empinada sobre un terreno de piedra suelta que hace difícil el agarre. Por suerte todavía voy muy fresco y llego hasta Bola del mundo (2.262m. de altitud, llevamos más de 1.000 de desnivel positivo en 11km.) sin problemas pero reconozco que se me hizo un poco largo.

A partir de ahí... ¡a correr hasta Cotos!. ¡Qué gusto da poder coger velocidad tras hora y media de ascensión!. Me siento genial y tiro como una moto. Me doy cuenta de que no se me da mal lo de las bajadas, eso si, requiere de una concentración tremenda porque cualquier pequeño fallo puede resultar terrible como podría comprobar más tarde.

Llegando a Cotos

Llego al puerto de Cotos como nuevo. Como un par de trozos de membrillo y otros tantos de plátano. Relleno la botella y a seguir, por supuesto hacia arriba. La ascensión al pico Peñalara por el collado de Citores se hace larga, el camino es estrecho y volvemos a formar una fila india que te impide coger velocidad aunque puedas. Pasamos unos cuantos neveros bastante resbaladizos pero sigo con paso firme y disfrutando del paisaje. Creo que empiezo a entender el por qué los corredores de montaña se enganchan tanto, es imposible no enamorarse de esos caminos.

Y pasito a pasito llego a Peñalara con sus más de 2.400m. de altitud, coronada con la ya clásica bandera pirata. Veo cómo la gente toca el vértice geodésico y comienza a bajar pero yo prefiero quedarme un rato y observar el paisaje. Tremendo. Incluso pido a unos excursionistas que me hagan una foto allí. Mensaje de rigor a la familia y a bajar.


En lo alto de Peñalara 2.428m.

A partir de ahí la cosa mejoró bastante. El descenso lo hice rapidísimo. Incluso había momentos en los que me asustaba porque cogía ritmos de 3'40'' y una caída a esa velocidad habría sido el fin. Y no lo fue por un milagro porque justo a punto de llegar de nuevo a Cotos pisé mal sobre una piedra y oí perfectamente un ¡crack! seguido de un dolor intenso. Frené como pude sin caerme y lo primero que pensé es que me había roto el tobillo y que la carrera se había terminado. ¡Ya es mala suerte justo cuando mejor me sentía!. Probé a apoyar el pie y parecía que roto no estaba pero el esguince debía de ser de órdago. Lo mejor era no enfriarse y seguir y eso es lo que hice. Llegué cojeando al habituallamiento y me tomé un ibuprofeno para evitar en la medida de lo posible la hinchazón. Allí pude chalar un rato con el mítico Antonio Ledesma "Tragamillas", un personaje muy entrañable que me dijo literalmente que esta carrera era una "burrada", toma dos tazas. El tobillo dolía pero no lo suficiente como para retirarme así que adelante. Km. 25 y todavía queda lo mejor.

De camino a Cabeza Menor

Parece que seguir en movimiento me vino bien y el dolor iba desapareciendo así que volví a coger ritmos decentes. Salvo por algunos barrizales en los que casi pierdo las zapatillas todo marchaba "de lujo". Entonces, tras atravesar un espacio cubierto de árboles y senderos, apareció ELLA, Cabeza Menor, 2.376m. de altura con una subida que asustaría a cualquiera. Justo al inicio hay un avituallamiento y pregunto: "¿de verdad tenemos que subir por allí?", las chicas se reían. Y es que no es posible explicar bien con palabras lo que impresiona ver la subida de Tubo de Cabezas. La mejor manera de definirlo es como si al construir el mundo Dios hubiese tirado los escombros del material sobrante justo allí. Sólo podía ver un reguero de corredores, o mejor dicho, trepadores, que se perdía en lo alto de la montaña. Me uní a la comitiva y comencé el ascenso cuidando no tropezar y perder de nuevo el apoyo porque mi tobillo no creo que aguantara otra torcedura más. Poco a poco pasaban los minutos y seguíamos subiendo y cruzando algún nevero suelto. De vez en cuando era necesario parar para recuperar el aliento porque los 29 km. se notaban y mucho. Lo mejor es que cuando crees que estás a punto de coronar... ¡zas!, ¡en toda la boca!. Un pequeño rellano oculta la siguiente subida y esto no acaba, incluso se pone más complicado porque hay que trepar literalmente por entre las rocas. En uno de esos descansos de aliento se me ocurre mirar hacia abajo y veo a todos como hormigas, subiendo como pueden y pienso en lo que ya he conseguido. Puedo oír los gritos de ánimo de los voluntarios desde arriba y tiro de lo que puedo para llegar. Cuando llegué me sentía entre exhausto y pletórico. ¡Había tardado una hora en recorrer dos kilómetros!. Mandé el msm de rigor y comencé a descender pero me pareció casi más complicado que la subida. En ese momento un helicóptero evacuaba a la primera corredora, la alemana Lea Baeuscher del equipo Salomon, que había sufrido una caída un par de kilómetros por delante mío y se había dañado la mandíbula. Y es que cuando digo que era complicado bajar por allí es más que cierto. Yo mismo me caí, con la buena suerte de hacerlo encima de un seto y también con la mala suerte de que era de espinas... Pero bueno, pronto el terreno empezaba a despejarse y se podía volver a correr con normalidad, con la normalidad que te lo permiten tus piernas tras más de 32 km. por aquellos lares. En las subidas es difícil correr y la mayoría caminamos hasta que nos acercamos de nuevo a la Bola del mundo. Se acabó subir, ahora toca desandar lo que hicimos al principio. La bajada del telesilla tensa los cuádriceps y machaca las uñas pero da gusto seguir entero a estas alturas. 

Llego de nuevo al puerto de Navacerrada corriendo a 4'30'' y me siento genial. Está lleno de gente que aplaude y anima a todo el mundo. Subidón. Mando un sms, "me quedan 7 voy como una moto".
No pensaba que fuera a ser así pero me sorprendí mucho en la bajada donde literalmente me tiraba cuesta abajo a ritmos en ocasiones por debajo de los 4'/km. ¡Qué placer poder correr así por la sierra!. Me acordaba de todos esos vídeos en los que ves a los profesionales "lanzados" en los descensos y claro, como buen "emocionao" que soy y con Shoot to Thrill de ACDC en el ipod os podéis imaginar cómo me sentía... SOY EL PUTO KILIAN pensé (con todos los respetos a Kilian y seguidores ;-p). Pasaba a corredores con facilidad pero llevaba un buen rato con el piloto de la reserva encendido y tuve que bajar el ritmo si quería llegar de una pieza a meta. Y así lo hice.

A lo lejos me parece distinguir a mi hermano y a mi madre con los brazos en alto, pero... ¡también estaban allí mis sobrinos, mi cuñada, mi padre, Eli y Hugo!, ¡subidoooooon!. Fue una sorpresa increíble porque en ningún momento pude imaginarme que iban a venir. Siento haberos hecho salir del restaurante a toda velocidad y tragaros la comida pero ni yo mismo me pude imaginar que llegaría a esa hora. Pude cruzar la meta con Carlota y Hugo al grito de ¡tomaaaaaaaa!. Qué pasada, indescriptible. Esos momentos se quedan grabados en el recuerdo para siempre. Al final fueron 6h49'55'' pero huelga decir que eso es lo de menos sobre todo cuando mi único objetivo era acabar y disfrutar.

Toda la tropa esperando en meta

Llegando victorioso

Al girarme veo a mi padre bastón en mano

Y a meta con dos de los enanos

Empieza la desconexión

Emociona saber que sin poder casi andar haya venido en tren a esperarme

Sandía y Coca-cola, ¿hay algo mejor?. Bueno, si, las cervezas de después

Al llegar a las duchas me doy cuenta de que tengo el tobillo como una pelota y en los días siguientes se pondría peor pero, ¡qué más da!, soy un SUPERVIVIENTE del que dicen que es el maratón más duro del mundo, ¡ja!.

Este es mi premio

Y este mi castigo