lunes, 26 de abril de 2010

Los 5k más duros

Corriendo con toda la tropa hacia la meta.


Sé que llevo mucho tiempo sin escribir nada en el blog. Probablemente sea porque hace mucho que no tengo nada relevante que contar. Aparte llevo una larga temporada sin participar en ninguna carrera popular guiado quizá por un sentimiento de apatía y miedo a rebajar marcas y a entrenar una distancia concreta.

Hace tiempo que decidí dejar hablar a mi cuerpo y moverme por sensaciones y me ha funcionado bastante bien. He conseguido sobrevivir a este duro invierno (atléticamente hablando) y no ha sido fácil. Sin embargo tomé la decisión hace unos meses de intentar ser un poco más disciplinado en los entrenamientos. Me explico. Los continuos fracasos del año pasado me hicieron replantearme mi manera de correr. Si solamente se trataba de disfrutar la actividad no era necesario someter cada salida al estricto orden de un plan. Y así lo he hecho durante medio año. Pero al comienzo de 2010 sentí la necesidad de experimentar también el progreso natural a cargo de los consejos de los expertos. Dejar de lado mi característica anarquía y agachar la cabeza ante lo que es evidente y es que hay gente que sabe mucho de esto y que es bueno escuchar a quien a recorrido muchos más kilómetros que yo.
Tímidamente fui introduciendo en mis salidas las famosas series, probando todas las distancias, cuestas, de todos los tipos y colores y me tomé muy en serio los rodajes largos aumentando la distancia a los 30km. en algunos casos.

Tengo que confesar que empecé a cogerle el gusto a todo esto, incluso pude comprobar que mis entrenamientos eran cada vez de mejor calidad y era raro no correr a 4'30'' sin problemas.
Y todo esto ¿por qué?. Pues porque hay un par de citas en el calendario que son de obligado cumplimiento. Una de ellas es el MAPOMA y teniendo en cuenta el "ostión" que me di el año pasado pretendí asimilar esa experiencia para que no volviese a repetirse.

Todo apuntaba a que sería una buena carrera. He trabajado la fuerza y la resistencia. El test del 2x6.000, que suele servir para predecir el tiempo que puedes hacer en el maratón, me dio unos fantásticos resultados que mejoraban incluso mis objetivos.

La mañana del 25 realicé el ritual habitual, madrugón, desayuno, relajación y al coche. Antes de la salida pude conocer a José Carlos "Pepemillas" y a Paco Montoro, que ya era hora. Fue un placer poneros voz, la cara ya la conocía. Espero encontraros en muchas otras ocasiones y si se puede correr un rato juntos.

Poco a poco se acercaba la hora y ya estaba en la salida con mi primo Carlos que pretendía seguir el mismo ritmo que yo. Este año ni paracaidistas ni nada, debe de ser la crisis, sonó el disparo y todos salimos con esa sensación de haberle quitado la correa a un perro.

Sin problema fueron pasando los kilómetros y todo se ajustaba a nuestros ritmos, 5'10'', a veces un poco menos pero lo llevábamos de lujo. De hecho el ir conversando la mitad del camino era un buena señal, no nos faltaba el aliento. Nos permitíamos el lujo de bromear de vez en cuando con el público. Sobre todo la liamos gorda en la Puerta del Sol cuando empezamos a jalear a la gente para que animara y todo el mundo se puso a gritar. Un poco más adelante me esperaban mis padres que me dieron una botella de isotónico que me había ido tan bien en mis tiradas largas.

Iban pasando los kilómetros y todo marchaba bien. Pasada la media (1h46') estaba tan fresco y eso que íbamos por debajo del tiempo previsto. Pasando la Av. de Valladolid sentí que a Carlos le estaba costando seguir ese ritmo, a lo mejor porque ese era el punto que menos le gustaba de todo el recorrido. El mío venía después. Antes de entrar en la Casa de Campo nos encontramos con algún colega, de los que hace marca, que se había retirado porque no bajaba de 170ppm. y había preferido dejarlo lo que me parece una sabia decisión.

La Casa de Campo es mi infierno personal. En los tres maratones que he hecho me ha costado mucho física y psicológicamente cruzar esos caminos y terminar en esa cuesta tan tremenda. Aún así lo peor había pasado estaba en el km.33 y todavía me encontraba bastante entero aunque las piernas empezaban a aflojar el ritmo que cada vez era más lento. Estábamos corriendo a 5'15'' y yo empezaba a adelantarme a mi primo al que había perdido de vista. En estas circunstancias es cuando empieza tu verdadera carrera y no puedes correr la de otros. Pasando por el km.36 empecé a notar que se me iban agarrotando los cuádriceps y decidí caminar un poco por prudencia. Qué error.

Pasó Carlos y me dijo que fuéramos juntos pero como digo a estas alturas cada uno tiene que correr su carrera y no quería ser el lastre de nadie. Cuando parecía que todo estaba bien comencé a correr de nuevo pero... ups, las piernas ya no eran de carne y hueso sino de cartón piedra. El motor se había parado. A partir de ahí todo fue de mal en peor.

Puedo correr con calambres, aunque duela mucho os lo aseguro, pero parecía que todos mis circuitos se habían apagado. Noté que ya no absorbía los líquidos y la sensación de sed era constante. Además sentía que estaba a cero, sin energía, me costaba trabajo incluso mantenerme en pie. Sólo quedaban 5km., eso no es nada, pero en esos momentos me sentía como empezando desde el principio. Nunca se me han hecho tan duros 5km. Os puedo asegurar que el dolor y la impotencia que sentía en esos momentos eran tan grandes que el hecho de que alguien se fijara en mi y me animara me hacía llorar. Sólo me venían a la cabeza las imágenes de todos los entrenamientos, los sufrimientos, las salidas cuando lo que menos te apetece es salir, con nieve, lluvia, viento y a veces todo junto. Todo ese esfuerzo pensado en no pasar por esto y sentir que no ha servido de nada, sentir que defraudas a todos por no haber conseguido lo que prometías, eso es lo peor.

Por fin conseguí entrar en el Retiro, todo esto estaba a punto de acabar. Me encontré con mi tía Paquita, "¡ese es mi sobrino!", decía con orgullo, y a mi se me volvían a saltar las lágrimas porque yo no sentía merecerlo.

Unos metros más adelante se encontraba toda la tropa que me estaba esperando. Y digo "toda". Al momento empecé a oír gritos de ánimo, vítores, y salieron todos a correr conmigo. Mis hermanos, mi sobrina, mi mujer. Así que como comprenderéis volví a llorar. Mis hermanos me decían "¡venga, que ya estamos!" mientras corrían a mi lado y a mí esos 200 metros me parecían un mundo. Eso no tiene precio y sólo por esos segundos mereció la pena correr los restantes 42 km. Vinieron conmigo hasta que la organización los sacó del recorrido. En ese momento cerré los ojos y continué con un pie delante del otro pensando que en cualquier momento me iba a desmayar. Al cruzar la meta me agarró un sanitario que me preguntaba insistentemente si estaba bien pero no podía contestar. Cuando me dijo que si estaba mareado le conteste que no con la cabeza y me ayudó a incorporarme y me dijo que siguiera caminando a la salida. Tenía mucha sed pero no me entraba más líquido. Todo me daba asco. Incluso recoger la bolsa del guardaropa se me hizo eterno. Por fin había terminado todo.
Y esa es mi pena. Las carreras no son para terminarlas así. Las carreras hay que disfrutarlas y ese era mi objetivo en este maratón. ¿Qué salió mal entonces?. Pues todavía no lo sé. Y eso me mata. Todavía no me puedo creer que mi mejor maratón, tanto por la marca como por la manera de vivirlo, sea el primero que corrí, con una preparación "de mierda" y con muy pocos kilómetros en las piernas. En estos momentos estoy hecho un lío. No sé cómo reaccionar, no sé cómo seguir entrenando. A mí me encanta esta distancia y no pienso dejar de correrla incluso cuando los médicos me aconsejan, por mi peso, que no es lo más adecuado. En estos momentos tengo una espina del tamaño de una espada clavada dentro y lo que tengo clarísimo es que me la voy a sacar, no sé cuándo ni cómo pero lo haré.

Tabla de parciales. Todo iba bien hasta el km. 35