miércoles, 15 de junio de 2011

100km... como pude.

Acompañado por Nacho y Víctor antes de salir

Saliendo del estadio

El título lo resume todo. Así transcurrió la última jornada de los 100km. en 24 horas de Corricolari el pasado 11-12 de junio. Puede sonar un poco repetitivo pero cada año prometo no volver nunca a presentarme a estas cosas y al final siempre caigo, en fin, supongo que es lo normal. Lo hablaba con uno de los que acabaron la prueba conmigo.
Este año tenía una cuenta pendiente pues el pinchazo del maratón me cargó con la rabia suficiente como para volcarme con esta carrera. En el último mes hice bastantes tiradas largas no menores de 30km. a un ritmo bastante fresco (5'-5'30''/km) y doy por hecho que el entrenamiento del Mapoma me sirvió de algo. Pero mi problema siempre es el mismo, no estoy acostumbrado al calor ni a correr en horas tempranas así que mi cuerpo se esfuerza más y al final acabo pagándolo. Así que sé por experiencia que debo controlar bastante al inicio para poder aguantar a que mis bioritmos se pongan a pleno rendimiento. Y esa era mi única estrategia, CONTROLAR.

Este año mi hermano Jesús optó por no presentarse (creo que hizo bien) aunque sí lo hizo mi otro hermano Óscar y mi cuñada Mónica acompañando a una amiga que se quedó con la miel en los labios hace un par de años. También había nuevas incorporaciones, Víctor y Nacho, un par de amigos que se presentaban al reto con mucha ilusión y deseando encontrar esa línea que marca su propio límite.

En esta edición estrenábamos salida, el nuevo polideportivo J. A. Samaranch de Colmenar Viejo, unas instalaciones impresionantes que ayudaron bastante a la organización a la hora de repartir los dorsales, bolsas y regalos a los corredores.
Llegué con tiempo de sobra para preparar todo lo necesario. En una prueba tan larga cualquier pequeño descuido se paga con creces y no quería arriesgarme. Vaselina, crema solar, organización del equipo que irá a los diferentes polideportivos... Todo listo.
Poco después me encontré con Víctor y Nacho, al que le acompañaban su mujer y su hija. Me hace gracia notar en la gente las mismas sensaciones que tenía yo la primera vez, entre nervios, miedo, ilusión... Todos pasamos por lo mismo y nos sigue pasando.

Nos dirigimos a la salida con esa especie de nudo en la boca del estomago, con ganas de que empiece y también de todo lo contrario. Cuenta atrás y ¡pum!, salen los primeros corredores, esos a los que uno mira con admiración y lejanía que seguramente terminarán antes de que se ponga el sol. Yo me despido de Víctor y Nacho y empiezo a correr, tranquilo, sin dejarme llevar por el nervio que me caracteriza.

Los primeros kilómetros se hacen duros, son cuesta arriba, estoy frío y pesado y me duelen todas las lesiones que parecía ocultas. Empiezo a pensar que no voy a terminar. Me molesta un tobillo, un glúteo, la espalda... Pero poco a poco voy cogiendo un ritmo constante y me empiezo a sentir bien. El tiempo es perfecto, creo que nunca nos ha hecho tan bueno en esta prueba. En los puestos de avituallamiento dan plátanos y se agradece (siempre y cuando no te toque uno verde, puaj). En el kilómetro 12 hago una parada para sacarme la arena de las zapatillas que está empezando a resultarme bastante molesta. Llego a Manzanares el Real y me siento fuerte pero como dije antes, prefiero frenarme y caminar en las cuestas arriba.


Al pasar por el km. 20 casi ni paro, empieza una larga bajada (que antes fue subida) y me dejo llevar. Me cruzo con la gente que va caminando y sus ánimos parece como si me dieran alas. Un poco más adelante veo a Víctor y a Nacho, van muy bien así que me despido y sigo. Pero un minuto más tarde me cruzo con mi hermano Óscar, mi cuñada y su amiga que también me dan ánimos. Es increíble lo bien que sienta que te aplaudan al pasar o que te digan "vamos, qué bien".

A partir de ahí empiezo a plantearme la carrera de otra forma, caminaré 500m. y correré otros 500, siempre y cuando no se trate de subidas. El tramo de vías lo hago entero corriendo porque es llano y justo después viene una gran subida entre rocas y tierra que seguro tendré que hacer caminando. Me cruzo con gente que va vomitando, el calor empieza a subir, son las 15:20 y llevamos 30km. Los últimos kilómetros antes de llegar a la primera parada se me hacen bastante largos y me pesan las piernas.

Tras la ducha dudo si comerme una ensalada

Llego al kilómetro 35,5 en 4 horas justas. Una vez allí, decido tomar una ducha que me sienta de maravilla e intento comer algo. Me resulta imposible meterme nada sólido. Así que me trago un helado y me llevo una coca para el camino. En ese momento me di cuenta de que el estómago me iba a jugar una mala pasada. Lo poco que había tragado me sentó como un tiro y caminé durante una media hora hasta volver a tener fuerzas para correr. A partir de ese momento un poco de lo mismo, correr y caminar en las subidas.

Mientras iban pasando los minutos volví a recuperarme e incluso me sentí por momentos como si acabara de empezar, con ritmos de 5´/km y encontrándome perfecto. Este tramo es precioso y se disfruta el paisaje.

Más o menos sobre el km. 45 comienza una subida tremenda de varios kilómetros que es imposible hacerla corriendo así que aprovecho para entablar amistad con un vecino que siempre que encuentro en esta prueba y que lleva el mismo ritmo que yo. Y sin comerlo ni beberlo me planto en el km. 52 y sigo corriendo. No me lo creo. He perdido un poco de tiempo por las molestias del estómago pero son las 19:00 y voy muy bien aunque tengo los cuádriceps bastante cargados. En ese momento me llama Víctor, ha tenido un problema de glucosa y ha estado vomitando lo que le ha hecho perder más de una hora y se está planteando abandonar en Colmenar. Le intenté persuadir y convencer de que no lo hiciera pero cada uno sabe dónde está su límite y su diabetes le había dado un buen susto. Aprovecho desde aquí para decirte que no dejes que te venza esa enfermedad, tú puedes con lo que te propongas y ya que tienes el gusanillo del reto dentro no lo dejes escapar, dale caña, que el cuerpo es capaz de aguantar hasta unos límites que ni nos imaginamos. Lo mejor que tenéis tú y Nacho es la ilusión con la que os enfrentásteis a la prueba. No la perdáis.

Lo bueno de ir corriendo es que al llegar a los polideportivos casi no hay nadie y los fisios están libres. Así que paso del tiempo y aprovecho para darme un masaje que me viene de maravilla. Tengo que investigar más sobre la anti-terapia. Era un poco raro, como una mezcla de estiramientos y shiatsu. Es realmente genial y de aplaudir que esos tipos se presten voluntarios para estar todo el día dando masajes a la gente, increíble.

Antes de salir me pienso si comer o no y decido no hacerlo, si acaso ya me tragaré alguna barrita energética por el camino. Decidí bien. Salí de allí corriendo y en el km. 60 todavía seguía haciéndolo. Los mensajes que recibía en el teléfono me cargaban las pilas y me sentía de nuevo lleno y fuerte. Le dije a mi mujer que no me dejara entrar en casa sin la insignia dorada que dan al terminar y su apoyo fue total. En estos momentos todos los ánimos eran gasolina para mi cabeza y mi cuerpo, gracias a todos.

Pero fue comerme una barrita de chocolate y ¡paf!, de nuevo el bajonazo.
Si a esto le sumamos que sobre el km. 67 me salté una de las señales y me perdí durante más o menos 20' podéis pensar que no estaba de muy buen humor.

Llegando al km. 74, en San Sebastián de los Reyes y tras una larguísima subida decido no correr más. Tengo las piernas como columnas y me encuentro cansado y hambriento. Son las 23:00h. Llevo 11 horas de carrera y el cuerpo va como puede. Allí me como una ensalada de pasta y unas almendras. Tal y como me pasó anteriormente me cayó fatal. Creo que ese fue el peor momento del día. La sensación de malestar general, de dolor muscular, de cansancio... Los siguientes 13km. fueron horribles, eternos, a duras penas podía caminar ligero.

Tenía tantas ganas de terminar que al llegar al último control, km. 89, en Tres Cantos, ni siquiera paré, sellé el rutómetro y de nuevo en marcha. En este punto, cada piedrecita del camino, cada defecto del terreno, cada subida o bajada la sientes como fuego. Y además en este tramo toca cruzar varios ríos haciendo equilibrio sobre unas piedras a modo de paso que te tocan bastante la moral. De hecho en tres de ellos caí al agua y si ya era duro caminar con los pies secos no os quiero decir lo que molesta con el pie empapado.

Pero los minutos pasaban y las luces de las farolas aparecían a lo lejos, cada vez estaban más cerca y eso me dio las fuerzas que necesitaba para correr un poco más, y coger un ritmo que me sorprendía a mi mismo.


Llegando a la meta... por fin


El final, como siempre, emocionante, el Aleluya sonando, la vuelta al estadio y cruzar la meta es difícil de explicar. Sólo el que ha conseguido superar los límites de su propia resistencia sabe a lo que me refiero. Por eso repetimos cada año, como si fuera una droga, como un cebo del que no queremos soltarnos. Me resulta difícil convencer a nadie de hacer locuras así, porque son locuras, es someter al cuerpo a un esfuerzo brutal y duele MUCHO. Pero, ¿qué tendrá que nos lleva a superarnos cada año?.

He terminado otra edición de los 100km. en 16 horas y 28 minutos, sin prisa pero sin pausa, como debe ser. ¿Lo intentaremos de nuevo? o ¿buscaremos nuevos retos?. De lo único que estoy seguro es de que no voy a parar de intentar cruzar los límites. De eso estoy seguro.

10 comentarios:

Pablo Diaz dijo...

Impresionante!!! Un himno a la determinación de la voluntad. Excelente lo de "no me dejes entrar sin la insignia" Simplemente extremadamente motivador. Felicitaciones desde suelo Argento!

Anónimo dijo...

Tenía muchas ganas de leer esto. Tú fuiste el que nos habló de esta prueba y desde Navidades no paramos de darle vueltas al cómo se afronta un reto como este. Disfrutamos mucho con tu carrera que nos ibas narrando vía telefónica y tus km nos ayudaban a afrontar los nuestros . Tus ánimos y los cuidados de Nacho me hicieron llegar a Colmenar después del problema con una sensación de victoria y superación . No te llamé al retirarme porque hubiera querido seguir y "la jefa" se asustó bastante y quería verme en casa. Nosotros si nos presentaremos el año que viene . Un abrazo y gracias por ese espíritu de superación que nos contagia a todos

German Alonso dijo...

Pablo_ Ya te he contestado en facebook, muchas gracias y un abrazo fuerte.

Víctor_ Me hizo mucha ilusión que os presentarais. Y cuando vi el mensaje de que ya estabas en casa pensé,... este se ha ido porque si no seguro que sigue, jajaja. Las "jefas" tienen esa cosa que cuidan mucho de nosotros, es normal y también de agradecer. No te imaginas cómo me alegra que os contagie algo de lo que siento, eso me da alas. Un abrazo a los dos, esto es sólo el principio.

Diego dijo...

Enhorabuena Germán!

Eres un espejo en el que mirarse...

... ya me has metido el gusanillo en el cuerpo que lo sepas. Este año comienzo con el triatlón, el que viene, los 100km?

Fuerte abrazo Titán!

German Alonso dijo...

Diego_ Muchas gracias, todos vais cayendo... jajaja. Pues pregúntale a Fabián que lo hizo el año pasado y te aconsejará mejor que yo. Un abrazo.

Anónimo dijo...

Sólo de leerlo ya estoy cansada. Hoy no me voy a poder mover. Así te comparto...

Muy orgullosa de ti... eres un cabezota pero tienes muy buenos valores... a veces hasta me da miedo porque sé que vas a seguir.

No espero que me comprendas. Sólo me entenderás cuando Hugo empiece a correr (que no lo dudo) y veas como se sufre al unísono con un hijo.

Te quiero mucho y aprecio (aunque no lo creas) todo lo que haces.

German Alonso dijo...

Mamá_ No creo que sufra tanto como tú porque iremos juntos, jajaja. Besitos.

Anónimo dijo...

Eres un fenómeno.

Juan dijo...

Me quedo por estos lares si no te importa.

Por cierto, menuda paliza esa; sólo de leerlo ya me estoy mareando :)

Salud y kms

German Alonso dijo...

Muchas gracias Juan, bienvenido y encantado de leerte también. Un abrazo.