![](https://blogger.googleusercontent.com/img/b/R29vZ2xl/AVvXsEgq1XIGIlkcoyIIceygHnAC4-Nu3OP3WNMXUHkvUhd13k4v-DltE66UcgYO7_F2ZNr657_A0I9gfiLyXrIUp2-nm9BQBHcmlbcehSCEVuMZJfQjIvS16RkA8BMBk0OY0axRO2HDosk0Xq8/s400/ojos_de_demonio.jpg)
Le he visto los ojos al demonio. Todo pasó este fin de semana. Como suelo hacer de vez en cuando, me preparé para hacer una de mis salidas largas. El día no parecía acompañar, había comenzado a llover y no tenía pinta de parar. "Bueno, mejor" - pensé para mí- "me gusta probar cosas nuevas". Eso obligó a llevar una mochila con ropa de repuesto. Nunca he corrido con mochila pero siempre hay una primera vez.
Salgo de casa a las 16:30h. porque en estos tiempos que corren se hace de noche muy pronto y no quiero quedarme tirado como me ha ocurrido en otras ocasiones.
Salgo tranquilo, intentando frenarme, porque me conozco, me acelero sin darme cuenta y al final me pasa factura. La lluvia no es un problema, incluso me sentaba bien. La sensación de libertad, las bandadas de pájaros pasando sobre mi cabeza y el olor a tierra mojada, incluso algún conejo que se cruza en mi camino, me convencieron de que no me había equivocado al salir.
Todo marchaba según lo previsto, alcanzo el kilómetro 16 en 1:20h. "Voy demasiado rápido" - pienso para mí- Así que paro en una fuente, lleno la botella y hago una llamadita a la parienta para que no se preocupe.
Me pongo en marcha de nuevo, sólo he parado 3 minutos, pero cuesta volver a ponerse en marcha. El paisaje ahora es mucho más campestre, entre árboles y riachuelos. Los pájaros no dejan de volar. No veo a nadie, hace mucho tiempo que no me cruzo con nadie. Tengo hambre, tengo mucha hambre. He pasado los 21km en 1:45h. y ya empiezo a estar un poco cansado.
Paso por una tienda de "chuches" y no puedo resisitirlo, me compro un "Mars", una auténtica bomba para el estómago, pero no sabéis la velocidad a la que me lo como, parezco un pelícano. Y vuelta a la carrera.
Estoy en Príncipe Pío y se muestran delante mío las puertas del infierno. El camino que se abre ante mí desde ahora es un auténtico suplicio. De momento el demonio de las carreras no se ha fijado en mí, soy un don nadie, no merezco su atención. Y todo podía haberse quedado tal y como estaba si no le hubiera dado una palmadita en el hombro para decirle:
"No te tengo miedo"
"¿Qué me has dicho?"
"No te tengo miedo, voy a seguir"
Fue en ese momento cuando el demonio me miró y yo le mantuve la mirada. Nunca lo había hecho hasta ahora.
"No sabes lo que estás diciendo, párate y descansa, es lo mejor. Deja estos juegos para los mayores"
"No te tengo miedo, no voy a parar"
Primeros calambres, pero no me hacen imposible seguir adelante. Concéntrate, pon un pie delante del otro, uno, dos, uno, dos...
"¿Eso es todo lo que sabes hacer?"
Los calambres se hacen más intensos. Para los que conozcáis Madrid y la cuesta de San Vicente no os resultará raro lo que cuento. Sigue con su mirada fija en la mía, pero no le aparto la vista.
"No pares, no dejes que te gane, no le demuestres miedo". El dolor muscular ya no le vale, así que muestra sus otras armas. Un coche negro, parado, con los cristales tintados. En el momento en el que paso a su lado... ¡pum! noto un tremendo golpe en el muslo derecho. Alguien ha abierto la puerta con fuerza y casi me tira al suelo. Parece como si me hubieran roto el fémur. Puedo moverme, falsa alarma. Podéis imaginaros lo que salió por mi boca, no lo voy a reproducir.
"No voy a parar"
Llego a mi destino, con mucho dolor en las piernas. Miro de reojo y alguien se despide de mí: "Nos veremos, esto sólo acaba de empezar".
"Cuando quieras, ya sabes dónde estoy y dónde voy. Te he visto la cara y ya no te tengo miedo"
En total 26,5 km en 2:15h. Hoy tengo las piernas muy doloridas pero estoy contento. He retado al demonio y le he demostrado que no le tengo miedo. Ya sé lo que puede llegar a hacer.
Tengo fecha para el desafío, el 27 de abril. Nos veremos de nuevo pero en esa ocasión no creo que se ande con juegos. Habrá que demostrarlo de nuevo.