lunes, 27 de abril de 2009

Un par de tropezones no me harán caer

¿Quién no ha sufrido alguna vez en su vida un tropezón y se ha vuelto a levantar?, ¿y dos?. Pues eso es exactamente lo que me ha pasado en las dos últimas pruebas a las que me he presentado. Para empezar pedir disculpas por no haber podido pasarme por vuestros blogs todo lo que debería pero en estos momentos de crisis el trabajo manda y por suerte he tenido mucho.
Estos meses tan fríos he mantenido un entrenamiento bastante duro (por lo menos para mí) intentando no superar los 4:30' por kilómetro sin importar la distancia que corriera y buscando potenciar un poco mi velocidad. Así que me he movido entre los 4:20' y 4:35' desde enero.

Eso me motivó mucho a la hora de enfrentarme a la MEDIA MARATÓN VILLA DE MADRID. En algunas de mis salidas había llegado a rondar la 1:30h. en esa distancia así que me presenté con la moral bien alta y con muchas aspiraciones a conseguir otra MMP. El día era perfecto, fresco pero soleado. Lo único que podía causarme algún problema era el tendón de aquiles que llevaba molestándome algún tiempo pero tampoco tanto como para preocuparme.

Se dio la salida y salí escopetado. No tenía muy buenas sensaciones al pasar por el km. 5 pero no tenía problema en seguir al globo de la hora y media. No se si alguna vez os ha pasado que parece que te falta el aire desde el primer kilómetro y esperas que con el paso de los minutos desaparezca ese malestar. Es bastante incómodo correr así porque te desmoralizas casi desde el principio.

Más o menos en el km. 7 me cruzo con Pedro cosa que me pareció extraña porque este ronda tiempos que para mi son muuuy lejanos, pero parece ser que había llegado tarde y el acelerón del principio le había dejado tocado.


Paso por el km. 9

Pasé por el km. 10 en 42'30'' y teniendo en cuenta que la primera parte del recorrido era cuesta arriba y a partir de ahí vendrían casi 8km. de cuesta abajo me veía bajando de la 1:30h.

Todavía no se muy bien por qué pero no conseguí recuperarme en la bajada y de hecho cada vez me encontraba peor. Conseguí mantener el ritmo a duras penas hasta el km. 15 pero ahí se me hizo imposible. Literalmente estaba vacío. Mi cabeza mandaba la orden a mis piernas pero estas no respondían y cada vez me costaba más respirar. Bajé tanto el ritmo que los últimos kilómetros rondaban los 6''. Todo era lento a mi alrededor. Estaba claro, me había dado una pájara de narices.


A punto de cruzar la meta


Una serie de fotos de la llegada con cara de pocos amigos

Conseguí superar la última cuesta para entrar en el Retiro y seguir corriendo más por vergüenza que por otra cosa y acabé con una marca de 1:36:20. Que bien pensado no está nada mal pero con el mal sabor de boca de imaginar qué hubiera pasado si no me llega a dar el bajón. ¿Los motivos?, pues no lo sé porque no creo haberme alimentado ni hidratado mal, los entrenamientos previos apuntaban bien y creía estar descansado. Supongo que hay días que se te atraviesan y no hay que darle más vueltas.

Lo peor de todo es que esa pequeña molestia en el aquiles se transformó en un dolor muy fuerte (tachán), lo que me faltaba. Eso me hizo parar durante una semana y pasarme todo el día pomada va, ungüento viene, duchas frío-calor... Y con la incertidumbre de saber que en un mes tenía que correr el MAPOMA 09.

Hasta dos días antes de la prueba no estuve seguro de poder correr sin problemas porque las molestias se repitieron día si y día no. La semana anterior pude parar un poco y descansar las articulaciones y milagrosamente pese a todo pronóstico el dolor desapareció.

El viernes me fui con mi hijo a la feria del corredor para recoger el dorsal con un calor de justicia y tuve la suerte de poder charlar un rato con Abel Antón y Fabián Roncero que estaban de promoción en uno de los stands. Me advirtieron del frío del domingo pero ambos preferían correr así que con el calor que hacía en ese momento. Y tengo que puntualizar que pese a que Abel fue muy amable conmigo Hugo prefería a Fabián al que no paraba de sonreir.

Pasé todo el sábado con la sensación de hormigueo en el estómago e intentando no pensar en la carrera pero me fue imposible. Y la sensación nerviosa se hizo más fuerte en el momento de preparar los "bártulos" para el día siguiente. De repente te sobrevuelan por la mente un montón de dudas y de recuerdos, ¿habré entrenado lo suficiente?, ¿lo pasaré tan mal en los últimos kilómetros como el año pasado?, ¿me romperé en dos por la parte del aquiles o me dará otra pájara como en la media?. Lo mires como lo mires hacerse 42km. del tirón es una burrada y es quizá eso lo que me motiva. El hecho de que sea una locura me pone. Y es con esa sensación con la que me acuesto.

6:00 am. Suena el despertador y desayuno lo de siempre, café, tostada y zumo. Como tengo todo bien preparado y he hecho los deberes me sobra tiempo y salgo de casa tranquilo. Hace una temperatura de 8º y el cielo está nublado. La cosa promete.

Quedo con Carlos, un primo mío, en el Paseo de Recoletos y por mucho que me explicara no conseguiría transmitiros el frío que se apoderó de mí en esos instantes previos a la carrera. Entre los nervios y el frío no paraba de temblar.

La carrera salió muy puntual, a las 9:00 am. en punto y como decía mi primo parece que nos dirgíamos a Mordor por el aspecto de las nubes al final de la Castellana. De hecho un par de minutos más tarde comenzó a llover, y a llover bien. Así que si ya tenía frío, con el viento en contra y la lluvia... no os digo nada. Aceleré un poco el ritmo a partir del segundo kilómetro y me alejé un poco del grupo con el que partí porque mi meta eran las 3:30h. y ellos se planteaban bajar de las 4:00h.

Poco a poco me fui encontrando mejor y cogiendo mi ritmo. Pasé por el km. 10 en 50'02'' y tenía muy buenas sensaciones así que decidí mantenerme y procurar frenarme. Fueron pasando los kilómetros, km.15 - 1:13h. y se acercaba la Puerta del Sol. Allí había quedado con mis padres que me harían de avituallamiento. Era el km.18 y estaba como nuevo, con esa sensación de haber empezado hace nada. También me dicen que Julio Rey va descolgado y bastante mal, qué desilusión, pero claro Chema era mucho Chema. A partir de ahí unos cuantos kilómetros de cuesta abajo. En el Palacio de Oriente me encuentro con Lander que va a acompañar a unos amigos en la segunda parte de la carrera.


Entrada en la Gran Vía y más o menos km. 18

Pasé por la media en 1:43h. y me seguía sintiendo muy bien así que no había motivo para aflojar el ritmo. El paso por Príncipe Pío, como el año pasado, lleno de gente animando que parece que se te echan encima te "llena de orgullo y satisfacción" a la hora de entrar en la Casa de Campo.

Las nubes se disolvían, aparecían los rayos de sol y la cosa prometía. Yo seguía rodando a ritmos de 4'55'' y en el horizonte ya podía ver las 3:30h. Cuando de repente...ZAS! No puede ser, no puede ser... y otra vez... ZAS! Pasando el kilómetro 30 y sin previo aviso los calambres se apoderaron de mis piernas. Esperaba que eso me sucediera a partir del 38 pero tan pronto...
Los cuadriceps me dolían mucho pero podía soportarlo bajando un poco el ritmo, el verdadero problema eran los abductores que se me quedaban tiesos como palos y me obligaban a parar a estirar. La marca se me alejaba por momentos y todavía me quedaba mucho por delante. No sé cuántas veces me paré a estirar pero fueron muchas y daba igual lo mucho que bajara el ritmo, cada dos o tres minutos me daba un pinchazo en los abductores. Ni el reflex ni los estiramientos ni la madre que los parió, de la que me acordé muchas veces, podían solucionar esto.

La gente con la que había salido en un principio me pasaba tan fresca y yo no podía seguirles, me sentía la persona más impotente del mundo. Aún así seguí con mis dolores hasta el 38 y después el 39 y el 40. Andando y corriendo, estirando y volviendo a correr. En esos momentos es cuando más sientes el apoyo de la gente que te anima, que te levanta y te impulsa a acabar. Son los que te dan ese aliento que te falta y te hacen ver el vaso medio lleno. Llevas corriendo más de tres horas, te has enfrentado al maratón y lo vas a vencer, eso es lo importante.


Paso por el km. 38 acompañado por Carlos y totalmente roto

Con esos pensamientos cruzo la puerta de entrada al Retiro y tal y como lo hice el año pasado, apretando los dientes y cerrando los ojos, prácticamente arrastrándome enfilo los últimos metros. Oigo a la gente como dice: Ay, mira a este pobre... pero no me importa, todo esto acabará pronto. Veo a mis primas emocionadas animándome y un poco más adelante me espera Eli, incondicional. Lleva más de una hora esperando, con el niño y pasando frío. No recuerdo muy bien lo que dije ni cómo lo dije pero quería terminar esta carrera con Hugo y así fue. El tío iba tan contento corriendo conmigo porque a este le gusta mucho correr. De hecho le animaban más a él que a mi.


Apretando los dientes

El crono final, 3:46:04, que es un buen tiempo pero muy alejado de lo que tenía en mente. Para haceros una idea, los dos últimos kilómetros los hice en 15'. Sufrí mucho, más de lo que pensaba que se podía sufrir pero soy muy cabezón y si me caigo me levanto las veces que haga falta.

Me quedo con un sabor entre dulce y salado. No sé muy bien que pasó. Lo más probable es que esté trabajando de la manera equivocada, que pretenda llegar a sitios que todavía me quedan lejos, que no soy tan bueno ni tan rápido. Se aprenden muchas cosas en un maratón y es la mejor manera de poner los pies en la tierra y conocerte a ti mismo. A partir de ahora intentaré tomarme las cosas con más calma, veremos cuánto me dura.

PD. Enhorabuena a todos los que conseguisteis acabar de una pieza o a trozos como yo, eso ya es una victoria.


Cuadro de tiempos