Una vez vacío (je, je) calenté un poco, estiré otro poco y esperé a que llegara mi hermano Jesús que se encontró con una de las imperfecciones de la carrera, los guardarropas. No entiendo cómo se puede tardar tanto en pegar una pegatina con un número en una bolsa y colocarla ordenada en el suelo. Faltaban dos minutos para el comienzo de la carrera y las colas para dejar la ropa eran de escándalo.
Correteando por allí me encontré al amigo Lander que espero que haya pulverizado su marca y se alimente así ese pique que tiene con Carlos. No sé que le estáis haciendo pero se está quedando en los huesos.
Otra de las imperfecciones de esta prueba fue el tema de las zonas de tiempo. A mi nadie me avisó al recoger el dorsal que daban pulseras de tiempo y creo que le pasó a bastante gente. Así que me resigné a salir al final del todo y esquivar gente una vez se diera la salida.
Empieza la carrera y le digo a mi hermano que tire conmigo lo que pueda y cuando quiera que frene el ritmo. A los cinco segundos de salir miro hacia atrás y ya no estaba (mariquita).
Como digo empezé a zigzaguear entre la gente, subiéndome a las aceras, cesped, esquivando bolardos (seguro que más de uno se dejó la pierna en alguno) y con frenadas y acelerones me planté en el km. 2 en 8:14min. Para bajar mi marca tendría que correr bastante más.
Los frenazos y acelerones se repitieron hasta el km. 8 y veía que así sería imposible bajar de 43 minutos, pero me planté en el km. 9 y aún tenía fuerzas para apretar un poco. Este último lo hice en 4 minutos. Tiempo final... 42:51 minutos. Casi un minuto por debajo de mi anterior marca.
Teniendo en cuenta que llevo una semana con un catarro de narices, nunca mejor dicho, que me ha impedido salir a correr creo que el siguiente 10.000 que será el del CSIC se plantea interesante. Habrá que apretar mucho el ritmo para bajar de esos 42 pero es mi último intento del año de bajar marca en los 10km. así que hay que dejárselo todo.
Pedazo de cara de satisfacción
Estaba claro quién iba a ganar
PD. Tuve la posibilidad de saludar a Chema Martínez por casualidad porque me lo crucé cuando me iba a casa. Estaba subiendo a sus hijos al coche y tampoco era como lanzarme a su cuello, con un enhorabuena fue suficiente.