Bueno, bueno bueno...
Los años van pasando, crecemos y nos suceden cosas buenas y malas. Pasamos por situaciones que resultan difíciles de digerir y por otras que nos gustaría mantener siempre en el recuerdo. Pasamos largas temporadas sin correr y de repente nos entra el remordimiento y comenzamos una cuenta atrás para prepararnos para el gran día... el de los 100 kilómetros.
No sé muy bien cuál es la razón de someternos a esa tortura un año tras otro, lo único que tengo claro es que siempre repito.
Me presenté por primera vez el año 2002 en la XIII edición. Tengo muy claros cuáles son mis recuerdos de ese día. El tremendo calor que hizo, la sensación de sed tan horrible y el dolor de pies, cosa que nunca había sufrido de esa forma. La verdad es que me pasé de pedante. No había hecho deporte en muchos años y siempre de forma esporádica. Pesaba alrededor de cien kilos (de grasa, nada de músculo) y no tenía ni idea de como equiparme (el día más caluroso del año y yo vestido de negro riguroso). Como es lógico, me pegó una pajara del quince y me quedé tirado en el kilómetro 30 sin poder mover los pies. Estuve casi un mes sin poder andar bien.
A partir de ese día me dije a mí mismo que tenía que hacer algo. Si ni siquiera podía hacer 30 kilómetros andando es porque estaba muy mal. Comencé a correr, por las noches, sobre todo porque hay menos gente y te sientes más a gusto. Además mi trabajo me lo permitía. Salía a correr a partir de la 1:00 am. y me puse a recorrer las callejuelas de Madrid.
Hay algo que todos los corredores conocen y que comprenderán y es la sensación de bienestar que supone superar tus metas y lo que se disfrutan algunos momentos de carrera en los que te sientes un superhombre. Pero lo peor de todo es que esa sensación engancha y no puedes dejarlo. Una vez que ese gusanillo te ha recorrido las tripas no podrás pasar mucho tiempo sin salir. También es cierto que los comienzos son duros, qué digo duros, son incluso humillantes, deprimentes, pero pronto se ven los resultados, eso es lo bueno.
Ese año decidí correr la San Silvestre Vallecana, lleno de miedo y por probar lo supone correr 10km. La experiencia es increible. Cualquiera que la haya corrido sabrá a lo que me refiero. Toda esa gente animando, el ambiente de la carrera... es genial. No he dejado de participar desde entonces.
Y llegó el siguiente reto. No estaba preparado para correr una media (o sí, la verdad es que no me lo planteaba) porque el reto de volver a hacer los 100 era lo que me comía la cabeza.
El año anterior mi primo Sergio, que es un superdotado, lo tuvo que terminar sólo. Se hizo los setenta kilómetros restantes completamente sólo, mejor dicho, le había dejado solo. Este año tenía que redimirme. Me había preparado, o eso creía y estaba dispuesto a todo...
1 comentario:
Bueno, pues nos vemos en los 100, te deseo lo mejor y espero encontrarte por ahi, a poder ser cerca de Colmenar.
Animo a ti tambien!!!!
Publicar un comentario